Historia de la Semana Santa de Calanda
La leyenda cuenta que el uso del tambor como instrumento se remonta al año 1127, cuando fue usado por un pastor para avisar de las invasiones árabes.

El 15 de Mayo de 1595 fue bendecido el primer calvario de la población, por este motivo se organizó una procesión desde la parroquia hasta el cerro de Santa Bárbara, portando tres grandes cruces de madera.
Tras la expulsión de los moriscos, tuvo lugar el conocido “Milagro de Calanda”, en el que le fue restituida una pierna a Miguel Juan Pellicer Blasco por la Virgen del Pilar. Este acontecimiento motivó el regalo de una armadura completa por Felipe IV, que se ha convertido en el personaje de Longinos en las procesiones calandinas.
Origen de Ritos y Celebraciones
Mosén Vicente Allanegui, sacerdote de Calanda, reseña en su manuscrito “Historia de Calanda” que la tradición del toque de tambor ya existía en 1856. Fue este sacerdote quien organizó muchos de los ritos y celebraciones que perviven hoy en día, fundó la cofradía de La Dolorosa y compuso la célebre Marcha Palillera.
Al principio sólo se tocaba en la procesión de «El Pregón», después se amplió a la de «El Entierro», permitiendo, finalmente, el toque desde mediodía del Viernes Santo. Los tambores (sin bombos al principio) se distribuían en dos largas filas.
La cofradía de Las Esclavas se fundó en 1897, compuesta por chicas jóvenes vestidas de riguroso luto con el escapulario de la Virgen de los Dolores. Ellas se encargaban de organizar y repartir los personajes de las procesiones.
El Miércoles de Ceniza, al atardecer, las cofradías se reúnen en un lugar pactado para comenzar los ensayos de los toques. El Jueves Santo se celebra la Cena del Señor, donde acude la cofradía del Santísimo portando hachas encendidas y, posteriormente, se lleva a cabo el lavatorio de pies. El Viernes Santo a mediodía se rompe la hora, después, tambores y bombos se distribuyen por las calles de la población, para reagruparse más tarde cerca del Templo del Pilar.