Semana Santa de andorra
En el ciclo festivo anual andorrano sobresale, con especial protagonismo, la celebración de la Semana Santa. Se trata de una manifestación singular y diferenciadora que cuenta con una gran participación y que se ha convertido en una de nuestras señas de identidad más representativas. En ella tienen cabida componentes de variada índole: religiosos, culturales, antropológicos, folclóricos…

Son muchísimos los andorranos y las personas con alguna vinculación a la Villa que no faltan, año tras año, a una cita ineludible y largamente esperada. Son días plenos de emoción, de reencuentro con un espacio vital querido y con una tradición que se vive con la máxima expresión de sinceridad y compromiso.
No hay distinción de edades, ni de creencias, ni de estatus social. Todos caben en esta tradición, donde lo esencial permanece inalterable de generación en generación. Precisamente, la tradición simboliza la identidad de un pueblo que conmemora sin reservas el pasado, confirma con convicción el presente y afirma esperanzadamente el futuro.
Días de Semana Santa en Andorra
Andorra es un pueblo de encrucijadas y culturas de origen diverso. En ella los ecos de la jota se oyen desde San Macario hasta lo más profundo de sus valles. Durante los días de Semana Santa, se entrelazan esos sones con los atronadores y rítmicos redobles de tambores y bombos. Son estos instrumentos de percusión, junto con todas las cofradías y personas participantes, los auténticos protagonistas de esta celebración.
Como buen pueblo de la Ruta del Tambor y Bombo, cuando llega la Semana Santa la “Puerta de los Vientos” se abre al ruido y al bullicio de los tambores y bombos.
Al acercarse los días de Pascua, una inquietud extraña es perceptible en las gentes de Andorra. En cada hogar se vive con impaciencia toda la preparación ritual. Flores, túnicas, hábitos de cofrades, capirotes, estandartes, cascos y lanzas, tambores, timbales y bombos adquieren vida propia y despiertan de su letargo.
Procesiones de Semana Santa
La Semana Santa de Andorra marca diferencias por la riqueza y suntuosidad de sus pasos procesionales y por el gran número de personas que de una forma activa participan en esta manifestación cultural y religiosa.
En cada esquina, en cada balcón engalanado, a lo largo de los recorridos procesionales, una gran cantidad de espectadores respetuosos contienen la emoción admirando la belleza y variedad de las imágenes de las cofradías, el interminable desfile de tambores y bombos, el paso marcial y cadencioso de la Banda de Penitentes (soldados romanos) y las dulces y tristes melodías de las marchas interpretadas por la banda de música.
En estos días, las gentes de Andorra se visten de túnica negra y ceñidor rojo, y preparan sus bombos y tambores para uno de los momentos más emblemáticos de la Semana Santa, el momento de “Romper la Hora”, que interpretan como una protesta enérgica por la pasión y muerte de Cristo.

El Jueves Santo la cita es en la Plaza del Regallo, a las 12 de la noche el silencio se funde en un estallido inmenso; miles de personas golpeando al unísono con mazas y palillos los tambores y bombos en un espectáculo sobrecogedor.
La madrugada del Viernes Santo los andorranos se reúnen en la Ermita de San Macario. Largas líneas de tambores y bombos desfilan por el monte en busca de su Cristo para orarle entre las luces de las antorchas y un silencio sepulcral, reanudando después el estruendo.
El momento más emblemático es la procesión del Santo Entierro, cuando al caer la noche, los tambores y bombos acompañan los pasos engalanados por las calles de la localidad, en un acto que transcurre ante la contemplación maravillada de la gente.